Los gitanos creen que un niño nace en mundo de fuerzas poderosas, positivas y negativas, es decir del bien y del mal. Por tanto el niño debe ser bautizado lo antes posible; es decir, durante una ceremonia se le debe salpicar con agua salada y darle un nombre. En Escandinavia, este rito se lo hace formando una fogata grande en la puerta de la tienda del alumbramiento. La intención es mantener distante cualquier ente del mal hasta que se consagra al niño.
Los gitanos prefieren adorar religiosamente a la mujer que al hombre ya que su patrona o su santa se conoce como Sara la de Negro o Sara la Káli, aunque difiere mucho de Santa Sara de la Iglesia Católica; de hecho existen dos leyendas: en una de ellas, la egipcia Sara era sirvienta de María Salomé y María Jacoba, que viajaba con ellas, después de una tormenta, Sara las guió hasta la lejana costa a través de las estrellas.
En la otra leyenda un poco más interesante, Sara era una gitana que acampaba en la costa cuando se aproximó el barco de los santos. Los gitanos la llaman Sara “la Káli”, que en la lengua gitana significa tanto “la mujer de negro” como” la gitana”. En la cripta de la iglesia de las santas Marías del mar en la isla Camargue, a orillas del río Ródano, se conserva una estatua de Sara donde se supone que llegaron las dos Marías.
Cada milenio gitano peregrinan a la iglesia. Hasta 1912, solo los gitanos podían entrar en la cripta y en nuestros días todos visitantes puede hacerlo y contemplar este lugar sagrado para los gitanos.
